Cuarta Edición- Info Malven

LA FERIA BARRIAL TE ESPERA TAMBIÉN LOS SÁBADOS

¡Te contamos esta buena noticia!
La feria del Malven, se lleva a cabo los días miércoles y sábados a partir de las 16 hs. ¡Si! se suma un día más de feria para que puedas sumarte con tus ventas o ir a comprar!
Vas a poder encontrar, ropa y calzado en buen estado, dulces caseros, plantas, pan casero, juguetes en buen estado, entre otras cosas. Además, una vez al mes, hay funciones de títulos gratuitos y un espacio de lectura para las niñeces.
También queremos contarte que con el apoyo y donación de la Biblioteca Popular Palighuen, se realizaron tres siembras de libros en la feria, en estos últimos meses y continuamos apoyando esta campaña tan importante y linda!
¡Nuestra feria sigue creciendo y es abierta a toda la comunidad !

TE CONTAMOS SOBRE LOS TALLERES
MUNICIPALES QUE SE DICTAN EN EL BARRIO

Entrevistamos a Hernán Elgueta, director de Cultura y Turismo de la Municipalidad de Las Lajas, nos cuenta de que manera acompaña los talleres que se están realizando en el Barrio Malven Suyai, cuáles son las propuestas y en qué salones se dictan mismos.

También nos comenta, sobre la buena concurrencia que hay, no solo en el Malven Suyai, sino en los distintos barrios de la localidad, entre ellos: Las Lajitas, Alborada, San Demetrio, La Buitrera y la zona centro, siendo un total de 17 talleres que ofrecen distintas opciones como: telar mapuche, cocina, guitarra, bachata, folclore, danza inicial y dibujo.

Nos adelanta que, a mitad de año habrá una muestra artística abierta a la localidad, de todos los talleres barriales.

¡No te pierdas la entrevista completa!

Te invitamos a escucharla.

COLUMNA DE OPINIÓN

Estimadxs lectorxs, la siguiente historia está compuesta por personajes que pueden o no ser ficticios, escribí esto haciendo un análisis metafórico de la realidad que hoy nos encuentra. Espero que pueda disfrutar de la lectura de la misma forma que yo disfruté escribiéndolo.

Historias de puchero

Julia es ayudante de trabajos prácticos en la universidad de Cuyo y está a un año de recibirse de arquitecta, fue por tres años seguidos la mejor en sus cursos y el año pasado se marcó para formar parte de una de sus cátedras favoritas. Con mucha alegría recibió la noticia de que iba a formar parte del equipo de trabajo de esa cátedra y su vida profesional comenzó a despegar. A Julia le avisaron ayer que ya no formaría parte de la cátedra porque la universidad no puede costar su salario, ella se va de la oficina pensando en que tiene que buscar un trabajo para pagar el alquiler porque sin ese ingreso se le hace complicado continuar alquilando ya su vez mantener su educación.

Marcos es un estudiante de la carrera de ingeniería de la UTN, desde la rectoría de la universidad vienen avisando reiteradamente que no podrán sostener la continuidad de las clases si el gobierno nacional no deposita el dinero que le corresponde. A Marcos le hace una nota para las redes de la universidad y él dice no saber ni entender lo que sucede, la entrevistadora lo invita a participar de la movilización en defensa de la educación y él responde que prefiere quedarse en su casa adelantando materias. Esa tarde Marcos fue a cursar y se encontró que su grupo estaba cursando en el patio porque adentro de las aulas no había luz.

José tiene 35 años de servicio en la Universidad del Comahue, es auxiliar y trabaja en el turno tarde, hace un tiempo que empezó a notar que los productos de limpieza llegaban tarde y en menor cantidad, hace tiempo que no le hacen un cambio de escoba. , de trapos, pero él se arregla con lo que tiene. Una tarde cuando fue a trabajar, primero lo llamaron al despacho del decano de la facultad y allí también estaba el rector. Después de 35 años, José quedó sin trabajo porque la universidad no puede pagar su sueldo.

Luis es dueño del kiosco que está dentro del campus de la Universidad del Litoral. Hace un tiempo que Luis empezó a notar que los estudiantes ya no se paraban a comprar su famosa promoción de sándwich y coca cola. Algunas veces le pasaba que iban estudiantes a pedir la promoción pero les faltaba cien pesos o un poco más, a Luis esto no le importaba y les daba igual la promoción, la satisfacción de aquellos que no llegaban e igual se compraban el sanguchito era grande. Luis hoy está triste, ve que cada vez menos estudiantes se paran a comprar algo en el kiosco.

Marcela es cocinera en el comedor universitario de la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires, hace diez años que trabaja ahí y nunca se fijó en la cantidad de personas que comían en el día, pero se empezó a dar cuenta que algunas ollas que antes se usaban, hoy están reposando debajo de la isla de la cocina. Ella se pregunta el porqué de esto, se acerca a la cajera del comedor y ella le comenta que bajó mucho la cantidad de estudiantes que van a comer ahí y que muchos le dicen que no les alcanza. Marcela se entristece, vuelve a la cocina y sigue cocinando.

Sofía tiene dos hijos en la universidad de Formosa y tiene otros dos que están transitando la secundaria en una escuela pública de gestión privada, Sofía nunca se preocupó del almuerzo de sus hijos porque en la escuela funcionaba un comedor. Al inicio del ciclo lectivo, les informó que no se estaban recibiendo los fondos suficientes para garantizar el comedor y que este año no iba a funcionar. Sofía abre la heladera y la tiene vacía, no tiene mucho dinero este mes porque no pudo terminar con los trabajos que le encargaron, pensó en pedirle a alguna amiga, así que abrió el whatsapp y antes de escribir revisó los estados, en uno de ellos. , se vio el volante del comedor comunitario que quedaba a unas cuadras de su casa, los hijos de Sofía disfrutaron de una sopa caliente con pan.

A Thiago le regalaron una bicicleta cuando cumplió 17 años, él iba a la escuela en colectivo y no pagaba nada porque tenía boleto estudiantil gratuito, era un alivio para su familia que tuviera ese beneficio porque se ahorraban ese dinero para algo que necesitara comprar Thiago en el mes. Este año Thiago comenzó a estudiar en un instituto terciario, antes de comenzar a cursar averiguó en su ciudad si podía mantener el boleto estudiantil gratuito, pero le dijeron que por el momento no se iba a dar ese beneficio. El primer día de cursada, Thiago fue a cargar su tarjeta, le puso 800 pesos, subió al colectivo y en la pantalla del lector de tarjeta vio que el boleto le costó 750 pesos, Thiago pasó el viaje de unos 15 minutos hasta el instituto haciendo cuentas de cuanto iba a gastar por mes ida y vuelta, cuando llegó al número final su cara se convirtió y se lo veía totalmente desilusionado. Cuando volvió a su casa, Thiago fue al garaje, sacó la bicicleta que le habían regalado, la limpió, la infló y salió a dar unas vueltas. Fue el último día que Thiago tomó un colectivo para ir al instituto a cursar.

Andrea tiene una verdulería a unas cuadras del Congreso, el local es mediano y vende bastante bien en el día, ella presentía que hoy iba a ser un día duro, era 23 de abril de 2024 y desde temprano en la televisión solo se hablaba de la marcha por la educación. Andrea también iba a marchar, pero en el turno de la tarde, por la mañana quería abrir ya que temprano recibió al proveedor, además de comprar lo que necesitaba para el local, Andrea compró una bolsa más de papa, una bolsa más de zanahoria, una de cebolla y algunas calabazas, el proveedor medio chusma le preguntó por qué compró más de lo que necesitaba y ella solo le dijo “por las dudas”. Se hicieron las 11 de la mañana y desde el local, Andrea veía como la gente pasaba para el congreso, un grupo de 4 personas sin embargo comenzó a juntarse casi frente a su local, ella vio que sacaban una olla enorme, una garrafa, unos bidones de agua, unos huesos y algo de verdura. Con el pasar de los minutos vió como pelaban algunas papas pequeñas, algunas cebollas y algo de zanahoria, estaban preparando un puchero, eso era seguro, también veía como algunas personas que pasaban se quedaban esperando. Sin dudarlo más, Andrea agarró su carrito, cargó la bolsa de papá, la de zanahoria, la de cebolla y las calabazas, las sacó del local, cerró la puerta y se acercó al grupo que estaba haciendo el puchero. Saludó a quienes estaban sentados en el piso y comenzaron a pelar papas, invitó al resto a que hicieran lo mismo con las demás verduras. A pelar papas con ella se sentó un chico de unos 18 años aproximadamente y una chica joven que tenía acento de San Juan o de Cuyo; el chico se llamaba Thiago y había venido con sus padres desde Mar del Plata a participar de la marcha, la chica se llamaba Julia y había venido desde Mendoza a la marcha y se quedaba unos días porque tenía una amiga estudiando en la UBA, ambos estaban contentos mientras pelaban.

Un señor y un joven se acercaron a la bolsa de cebollas, sacaron algunas y empezaron a pelar, “hola mi nombre es Marcos” le dijo el chico, el señor le sonó y le contestó “hola Marcos, me llamo José, que edad tenés ”, ambos pelaron la bolsa de cebollas hablando entre ellos.

Pasados unos diez minutos desde que Andrea se cruzó vio que en la puerta del local había una señora con cuatro chicos, dejó de pelar papas y fue hasta la puerta, la señora le preguntó si no le vendía cuatro plátanos y cuatro manzanas, Andrea le dijo a una de las chicas –le preguntó el nombre y esta le dijo Marina- volvió a mirar a la señora y la saludó “hola soy Andrea y vos”, “Sofía me llamo, ellos son mis hijos”, contestó, “bueno Sofía, ¿Quieres venir a comer un puchero?” sin esperar a que contestara, volvió a cruzarse, se sentó y con un además las invitó a unirse al grupo, Sofía tomó un cuchillo y empezó a pelar y cortar las calabazas, los chicos se sentaron con la madre, tomaron las zanahorias y también comenzaron a pelar y cortar.

Media hora después había cantidad de verdura cortada, todos acercaron lo que tenían a la señora que había puesto a calentar la enorme olla que había traído, ella levantó la cabeza y se le pudo notar una felicidad enorme en la cara, “soy Julia, soy cocinera”, agradeció a todos y comenzó a cocinar. En aquella vereda cercana al Congreso, se sintió el olorcito a puchero y las personas que pasaban se paraban para ver si podían comer un poco, todos recibieron una porción. Cuando se terminó la comida, Andrea invitó a quienes quisieran colaborar con la limpieza a pasar a su local y utilizar la pequeña cocina que tenía, algunas personas se fueron, pero un buen grupo se quedó a ayudar, un señor gritó ahora voy y salió caminando apurado, el resto del grupo entró para limpiar lo que habían usado. Cuando estaban por terminar, el señor que había gritado se presentó como Luis y comenzó a repartir alfajores a todos los que se habían quedado limpiando.

Todos y todas salieron del local, la ayudaron a cerrar a Andrea y se sumaron a la ya gran cantidad de gente que se estaba movilizando, no sabrían si volverían a verso, pero lo importante era que estaban allí, que habían hecho algo que hizo feliz. . a más personas. De a poco se fueron separando hasta que se perdieron formando parte de una marcha inmensamente histórica.

J.G.

PENSAR-NOS

Carta de un hijo a todos los padres del mundo

No me den todo lo que les pido a veces solo pido para ver hasta cuanto podré tomar.

No me griten, los respeto menos cuando me gritan y me enseñan a gritara mí también, y yo no quisiera gritar.

No me den siempre órdenes y más órdenes, si a veces me pidieran las cosas yo lo haría más rápido y con gusto. Cumplan sus promesas, buenas o malas. Si me prometen un premio, quiero recibirlo y también si es un castigo.

No me comparen con nadie, (especialmente con mi hermano) si me presentan como mejor que los demás alguien va a sufrir y peor, seré yo quien sufra.

No cambien de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer, decídanse y mantengan esa decisión. Déjenme valerme por mí mismo. Si hacen todo por mí nunca podré aprender. Corríjanme con ternura.

No digan mentiras delante de mí, ni me piden que las digan por ustedes, aunque sea para sacarlos de un apuro. Esta mal. Me hace sentir mal y pierdo la fe en lo que ustedes dicen. Cuando hago algo malo no me exijan que les diga el “porque lo hice” a veces ni yo mismo lo sé. Si alguna vez se equivocan en algo, admítelo, así robustece la opinión que tengo de ustedes y me enseñarán a admitir mis propias equivocaciones.

Trátenme con la misma amabilidad y cordialidad con que veo que tratan a sus amigos, es que por ser familia no significa que no podamos ser también amigos.

No me pidan que haga una cosa y ustedes no la hacen, yo aprenderé a hacer todo lo que ustedes hacen, aunque no me lo digan, pero difícilmente haré lo que dicen y no hacen.

Cuando les cuente un problema mío, aunque les parezca pequeño, no me digan “no tenemos tiempo ahora para esas pavadas” traten de comprenderme, necesito que me ayuden, necesito de ustedes.

Para mí es muy necesario que me quieran y me lo digan, casi lo que más me gusta es escucharlos decir “te queremos”.

Abrázame, necesito sentirlos muy cerca de mí. Que ustedes no se olviden que yo soy, ni más ni menos que un hijo.

Enviado por una vecina